La inteligencia artificial (IA) se posiciona como un eje de discusión clave en Estados Unidos, donde la mayoría de los adultos aprueba su aplicación en campos técnicos y científicos, pero se resiste a su incursión en ámbitos personales, creativos y sociales. Un reciente informe del Pew Research Center ilustra esta dualidad, capturando tanto el optimismo como las dudas que genera esta tecnología entre la población estadounidense.

El análisis, basado en una encuesta a 5.023 adultos representativos realizada del 9 al 15 de junio de 2025, indica que el 74% ve apropiado el rol de la IA en pronósticos meteorológicos, y el 70% la respalda para identificar fraudes financieros. No obstante, la aceptación cae drásticamente en temas sensibles: el 66% se opone a que evalúe compatibilidades románticas, el 73% rechaza su asesoría en asuntos religiosos, y el 60% desaprueba su influencia en decisiones gubernamentales, reseña Infobae.

El 53% de los participantes anticipa que la IA erosionará la creatividad humana, y el 50% teme que afecte negativamente las interacciones personales. En cuanto a la resolución de problemas, solo el 29% cree en una mejora, mientras que el 38% prevé un deterioro; entre el 16% y el 20% permanece indeciso sobre estos efectos.

El Pew Research Center enfatiza que, pese a reconocer la IA como un impulsor de eficiencia en ciencia y salud, los estadounidenses imponen barreras firmes en su uso diario. Únicamente el 25% califica sus beneficios como «altos» o «muy altos», destacando la productividad como el principal atractivo.

La desconfianza ha escalado: en 2023, 2024 y 2025, alrededor del 50% de los encuestados se siente más ansioso que entusiasmado por la IA, un salto desde el 37% en 2021. Hoy, el 57% percibe altos riesgos sociales, comparado con el 25% que valora fuertemente sus ventajas.

Una inquietud dominante es la confusión entre creaciones humanas y generadas por IA. El 76% considera «extremadamente» o «muy importante» discernir el origen de imágenes, videos o textos, pero el 53% duda de su propia habilidad para lograrlo. Esto alimenta el clamor por mayor control: el 60% desea regular su integración en la vida cotidiana.

Las brechas etarias son notables. Los menores de 30 años exhiben mayor familiaridad: el 62% reporta exposición frecuente a la IA, versus el 32% de los mayores de 65. Curiosamente, los jóvenes son más pesimistas, con el 61% pronosticando daños a la creatividad y el 58% a las relaciones, frente al 40% aproximado en adultos mayores.

Expertos citados por Pew urgen precaución. La pediatra Dana Suskind advierte que la IA podría reconfigurar la humanidad, instando a una gestión prudente para eludir riesgos imprevistos. Bruce Holsinger, profesor de literatura en la Universidad de Virginia, añade que impacta no solo la creación, sino la interpretación de textos, al promover resúmenes rápidos que merman la reflexión profunda.

El informe también toca regulaciones: la Comisión Federal de Comercio (FTC) investiga chatbots de firmas como OpenAI, Meta, Google y xAI por vulnerabilidades, especialmente en menores, tras quejas sobre daños a la salud mental. OpenAI, por instancia, impulsa mejoras para detectar y mitigar señales de estrés emocional.

En resumen, como enfatiza Suskind, la IA podría alterar el núcleo humano; su trayectoria dependerá de un desarrollo ético y responsable en la esfera social.