El juzgado de Sintra ha condenado este viernes a tres años de cárcel a una ciudadana de Guinea-Bisáu, residente en Portugal desde niña, que en enero de 2019, durante un viaje a su país, permitió que le practicasen la ablación a su hija de entonces año y medio.

Los jueces del caso, el primero por delito de ablación que llega a un tribunal en Portugal, consideraron que la condenada «no supo proteger a la hija».

Cuando ambas regresaron del viaje, la madre la llevó a un centro de salud al detectar que tenía irritada la zona genital, síntoma que la progenitora achacó a los pañales y a las elevadas temperaturas del país africano.

Sin embargo, tras examinar a la menor, las enfermeras que la atendieron detectaron una infección urinaria causada por una escisión genital.

Se trata del primer caso sobre mutilación genital femenina que ha llegado a juicio en Portugal y sentará precedente en la forma de condenar esta práctica, declarada ilegal en 2007 en el país luso.

En las alegaciones finales del juicio, el 17 de diciembre del año pasado, la Fiscalía portuguesa pidió una pena de prisión efectiva para la acusada, de 20 años y sin antecedentes penales, debido a la «gravedad extrema» del caso, que suponía «una violación de los derechos humanos».

Por su parte, el abogado de la defensa, Jorge Gomes da Silva, recalcó el carácter de ritual que tiene la ablación para la sociedad guineana y señaló que la acusada «no era una delincuente».

«Doy mi vida por mi hija» declaró la acusada, quien pertenece a la etnia Fula, una de las pocas que mantienen la mutilación genital femenina como un ritual propio de su cultura.

La defensa ya anunció que va a recurrir la pena.

Guinea-Bisáu declaró ilegal la ablación en 2011. Según datos oficiales, el 39 % de niñas guineanas menores de 15 años fueron mutiladas en 2010, cifra que descendió hasta el 30 % en 2014.