SpaceX, la empresa espacial de Elon Musk, lanzó a la Estación Espacial Internacional su vigésima segunda misión de reabastecimiento de carga. La nave espacial lleva más de 3.300 kilos de suministros.

Siguiendo con lo usual en estos casos, el vehículo espacial se acoplará a la estación y iniciará su descarga el sábado. Sin embargo, esta carga de reabastecimiento es diferente.

En la nave de SpaceX viajan 128 calamares bebés que brillan en la oscuridad; así como 5 mil tardígrados, conocidos también como osos de agua.

Ciertamente, el fin del viaje de estas criaturas al espacio es netamente científico. Ambos grupos participarán en experimentos en la estación, en donde se incluye una investigación de la tolerancia de los osos de agua en el entorno espacial.

Además, los investigadores quieren saber si la gravedad cero, afecta las relaciones simbióticas de los calamares enviados por SpaceX.

De igual forma, los calamares tienen un sistema inmunológico que funciona de manera similar al nuestro. Por eso, los investigadores quieren usarlos para investigar los efectos de los vuelos espaciales en los humanos y cómo los animales toleran la gravedad cero y las condiciones extremas del entorno espacial.

LA IMPORTANCIA DE LOS SUMINISTROS ENVIADOS POR SPACEX

Esta semana, la NASA emitió un comunicado explicando la importancia científica de los suministros transportados por la 22ª misión de SpaceX.

“Los microbios juegan un papel importante en el desarrollo normal de los tejidos animales y en el mantenimiento de la salud humana. Esta investigación ayuda a determinar si el vuelo espacial altera la relación de beneficio mutuo, lo que podría ayudar al desarrollo de medidas de protección y mitigación de daños para preservar la salud de los astronautas en misiones espaciales a largo plazo. Este conocimiento puede ayudar a identificar formas de proteger y mejorar estas relaciones para mejorar también la salud humana y el bienestar en la Tierra”.

Además de estas investigaciones con animales, los científicos también realizarán otras pruebas en el laboratorio orbital en los que se incluyen brazos robóticos controlados a partir de realidad virtual y el cultivo de un tipo de algodón más resistente.