Este domingo muchos despertaron incrédulos en Nicaragua, un país de apenas seis millones de habitantes en el ombligo de América que se llevó la corona en la 72 edición de Miss Universo. La victoria de Sheynnis Palacios permitió algo insólito (y prohibido) en los últimos cinco años: las calles de numerosos municipios se llenaron de gente ondeando la bandera nacional, cantando y bailando al son nica en un estallido de júbilo en una nación más acostumbrada a tragedias.

Palacios, de 23 años y origen humilde, se convirtió en la primera nicaragüense en alzarse con la corona. Su país vive desde abril de 2018 una crisis sociopolítica que ha empujado a más de 600,000 personas al exilio; ondear la bandera azul y blanco es suficiente para acabar en prisión, pero la noche del sábado fue la excepción.

«Sheynnis nos devolvió toda esa alegría y valentía para salir a las calles a gritar el nombre de Nicaragua al universo», escribió una usuaria en la red social X. «No soy fan de los concursos de belleza, pero me alegra tanto por Nicaragua», dijo otra, «un país acostumbrado sólo a ver malas noticias merece esa alegría».

Palacios es una comunicóloga de 23 años que fue apoyada por el público en todas las rondas del certamen celebrado en El Salvador, en las que destacó la participación de las concursantes latinas.

Durante su presentación contó que llegó a sufrir episodios de ansiedad que la llevaron a hacerse daño y que esperaba trabajar a favor de la salud mental. Tras ganar aseguró que tuvo un ataque de ansiedad en pleno concurso.