En las últimas semanas que le quedan al gobierno de Donald Trump en la Casa Blanca, el mandatario decidió dedicar parte de sus esfuerzos a ejecutar prisioneros de cárceles federales de Estados Unidos, algo que sus críticos han condenado como un abuso de poder.

Cinco presos enfrentarán la pena de muerte, dos a pocos días de que Joe Biden, el nuevo presidente electo, asuma el cargo.

Este número supone un récord de ejecuciones federales en un periodo determinado de tiempo. En lo que va de año, se han llevado a cabo ocho.

«Lo que está claro es que esta administración quiere a esos prisioneros muertos antes que Joe Biden entre en el poder», dijo a CNN el director ejecutivo del centro de información de pena de muerte, Robert Dunham.

Esto puede deberse a que Biden no apoya esta pena, debido a la cantidad de personas condenadas a ella erróneamente. El equipo de Trump no dio explicaciones sobre por qué quiere llevar a cabo estas ejecuciones federales en sus últimos 60 días de mandato.

En paralelo, Trump reparte indultos para sus amigos. El caso más reciente es el del general Michael Flynn, uno de sus asesores. Flynn se declaró culpable de mentir al FBI sobre sus contactos rusos y fue condenado en 2017.

Los presos federales que están programados para morir incluyen a Lisa Montgomery, la única mujer en enfrentarse actualmente a la pena de muerte en el entramado federal en Estados Unidos y la primera en hacerlo después de 70 años.

Montgomery recibió su condena en 2007 por estrangular a una mujer embarazada, cortando su vientre y secuestrando al bebé. Los abogados de ella dicen que sufrió violencia sexual extrema y trauma, por lo que merece recibir clemencia.

Brandon Bernard será la persona más joven en 70 años en ser ejecutada por la justicia federal por un homicidio que cometió cuando era adolescente.

Dustin Higgs, por su parte, fue condenado por ordenar un triple asesinato. Alfred Bourgeois recibirá pena de muerte por abusar, torturar y finalmente golpear hasta la muerte a su hija en 2002.

Finalmente, la lista se completa con Corey Johnson por un crimen que realizó en 1992. En ese entonces mató a siete personas en un episodio de tráfico de drogas desde el estado de Virginia.

Michael Flynn fue el primer asesor de seguridad nacional del presidente de Estados Unidos. El de Flynn fue uno de los casos más importantes que surgieron de la investigación sobre la llamada «trama rusa» que podría haber intervenido en el proceso electoral de 2016 encabezada por el fiscal Robert Mueller.

La investigación terminó en 2019 después de presentar cargos contra una treintena de personas, pero sin pruebas de una presunta conspiración en el entorno de Trump con Rusia. Sin embargo, en 2017 el ex asesor militar fue condenado por haber mentido al FBI sobre sus vínculos con funcionarios de Rusia durante la transición presidencial —especialmente con el entonces embajador ruso Sergey Kislyak.

Trump dijo en marzo que estaba «considerando seriamente» perdonar a Flynn. También había dicho a sus asistentes en los últimos días que planeaba perdonarlo antes de dejar el cargo. Y esta no es la primera vez que Trump exonera a un colega.

En julio perdonó la condena a su amigo y ex asesor Roger Stone. Stone había sido condenado a 40 meses de reclusión por mentir al congreso, obstrucción a la justicia y manipulación de testigos. Pero a Trump nada de eso le pareció muy grave y lo indultó.