La repercusión de la manifestación contra el turismo y el anuncio del alcalde de Barcelona de acabar con los 10.000 pisos turísticos de la ciudad en 2028, apuntando al problema de los precios de la vivienda, no ha sido bien recibida por el sector.

De paseo por la playa de la Barceloneta, la mayoría de gente con la que uno se cruza son turistas. Algunos vecinos están cansados de la masificación, pero nadie de los que se benefician de los ingresos del turismo quiere renunciar a la gallina de los huevos de oro. 

En 2023, la provincia de Barcelona, con 5,5 millones  de habitantes, recibió 26 millones de turistas. El impacto económico directo fue de 12.750 millones de euros, según el Observatorio del Turismo de Barcelona. La economía catalana se sustenta en gran parte en estas cifras.  

La manifestación contra el turismo del pasado 6 de julio y el anuncio del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, de acabar con los 10.000 pisos turísticos de la ciudad antes de noviembre de 2028 no ha sido bien recibida por el sector. 

La iniciativa del Ayuntamiento tiene como objetivo poner freno a la masificación y sobre todo al aumento de los precios de la vivienda para los locales. En los últimos 10 años, el alquiler en Barcelona ha subido alrededor de un 70% y los precios de la vivienda han aumentado una media del 40%.

Los pisos turísticos «no son los culpables»

Bonaventura Durrell es propietario de varios pisos de alquiler turístico y gestiona una empresa de pisos en el barrio de Poblenou en Barcelona, donde tiene contratadas a 16  personas. 

Durrell asegura que, si bien son conscientes del problema de la vivienda, los pisos turísticos no son los culpables. «Yo creo que la Administración intenta tapar sus vergüenzas a través de los pisos que ya existen para otros usos pero esto ni va a arreglar el problema, ni es la solución», afirma.

Durrell es además vicepresidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de Barcelona (APARTUR). Según esta asociación, los pisos para alquiler turístico suponen sólo un 0,77% de las viviendas de la ciudad. 

Esto reabre también el debate de la vivienda pública y de si el Ayuntamiento ha hecho los deberes en este sentido. 

Por otro lado, para muchos la promesa de Collboni es un brindis al sol ya que tendrá que esperar a que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre el recurso del PP contra el decreto ley de la Generalitat que regula las viviendas de uso turístico, aprobado en noviembre de 2023 por el Parlament de Catalunya. 

La medida, aseguran, podría hacer desaparecer el 40% del turismo de la ciudad. 

¿Puede Barcelona sobrevivir sin el turismo?

Marc es encargado de sala de un restaurante en el barrio de Sant Antoni, donde el precio de la vivienda se ha incrementado un 127%. Nos habla como ciudadano y como restaurador del dilema al que se enfrenta la ciudad. 

«Justamente en esta zona hay muchos pisos turísticos y yo creo que para el ciudadano de a pie nos va a ayudar porque realmente hay muy poca oferta y mucha demanda y eso afecta a los precios del alquiler«, explica Marc a ‘Euronews’.   

Pero tendrá un impacto económico en la restauración y todos los servicios de la ciudad. «En verano, el turista es básicamente el 50% de nuestra clientela porque los locales están fuera de Barcelona«, afirma Marc. Su restaurante dejaría de ingresar la mitad de lo que ingresa ahora. 

Taufik Beneyecehou regenta una heladería también en el barrio de Sant Antoni. Asegura que el turismo deja gran parte de sus ingresos, «si se reduce tanto como dicen seguro afectará a nuestro negocio», dice.

Los turistas entienden el problema, al que se enfrentan también otras grandes ciudades del mundo. Pablo Lagneau es un turista belga de visita en la ciudad condal con su familia. «Puedo entender que la gente esté harta del turismo, pero por otro lado lo necesitan». Asegura que serán los comerciantes los que lo van a tener difícil. 

A pesar de todo, los turistas con los que hemos hablado dicen no sentir la turismofobia en las calles de Barcelona. «La verdad es que la gente es muy acogedora y simpática«.