Autobuses son «casas de cambio» sobre ruedas ante falta de efectivo Camila Rubio febrero 6, 2021 CIUDAD Una mujer con un dólar en la mano hace fila para subir al autobús. El chofer cobra y entrega a cambio un fajo de los erosionados billetes de bolívares, que parecen condenados a extinguirse. La operación se repite una y otra vez. «Nos hemos convertido en casas de cambio», comenta Marcelo Moreno mientras conduce su buseta en Caracas. Es un síntoma más de la agonía del dinero en efectivo en el país, donde el billete de más alta denominación, 50 mil bolívares, equivale a apenas tres centavos de dólar. Ya no compra nada, con un valor disuelto por la hiperinflación y la violenta y constante depreciación de la moneda local. En una economía que cumplió siete años consecutivos de recesión, los venezolanos se refugiaron en el dólar pese al control de cambios vigente desde 2003 -flexibilizado en los últimos meses-, así como en el peso colombiano y el real brasileño en zonas fronterizas. A la vez que avanza esa dolarización informal, que Nicolás Maduro calificó de «válvula de escape», el comercio se ha visto obligado a usar exclusivamente mecanismos electrónicos para cobros en bolívares, incluso para pequeñas operaciones como comprar una simple barra de pan. Solo Bs en el transporte El transporte, acorralado, es el único sector que aún utiliza de forma cotidiana bolívares en efectivo. Los bancos entregan un máximo de 400 mil bolívares diarios en taquilla, y los cajeros electrónicos, en su mayoría, están fuera de servicio. «Solo da para el pasaje en las camionetas… Es para lo único que alcanza», dice a la AFP Lisbeth Leal, de 39 años, contadora que hizo fila en un banco público para recibir esos 400 mil bolívares en billetes. Un pasaje urbano en autobús cuesta 150 mil. Ante las dificultades para encontrar efectivo, los transportistas pagan por el dólar alrededor de un 30% menos de lo que marcan las cotizaciones oficiales. Digitalización Marcelo teme que tarde o temprano la falta de efectivo haga imposible trabajar al volante de un autobús como ha hecho por tres décadas: «Cada vez que sube (la cotización del dólar), tienes que dar más bolívares». El bolívar se ha depreciado un 38,14% solo en lo que va de 2021, después de perder un 95,7% de su valor en 2020. Los buses de rutas entre ciudades cobran en bolívares con datáfonos, transferencias digitales a través de teléfonos celulares y otras alternativas digitales; pero utilizar esos canales es inviable en el congestionado transporte urbano, con alto flujo de pasajeros pese a la pandemia de covid-19. Tipear números de documentos de identidad y claves de centenares de usuarios al día, apunta Marcelo, colapsaría las paradas. Maduro, que promueve la «digitalización total» de los pagos en Venezuela, prometió a los transportistas sistemas de tarjetas magnéticas que pasan por un lector para los cobros; pero esa opción está muy lejos de ser masiva. “No soluciona nada” De todos modos, «no se trata de digitalizar pagos. No soluciona nada. El problema de raíz se mantiene: el Banco Central sigue monetizando el déficit (…) y el gobierno en vez de corregir los desequilibrios de la economía, los agudiza», explica a la AFP el economista Jesús Casique. El actual billete de 50 mil fue lanzado en 2019 y ya nacía rezagado, pues equivalía a 8 dólares. Un año antes, Maduro impulsó una reconversión monetaria que eliminó cinco ceros al bolívar y, con ello, sacó a la calle nuevas familias de monedas y billetes. Su antecesor, Hugo Chávez, había hecho otra reconversión en 2008, restando tres ceros. Casique cree que es inminente una nueva. Excluidos El 65,9% de las transacciones comerciales en Venezuela se hace en dólares, pero la mitad de la población no tiene acceso regular al billete verde, según la firma privada Ecoanalítica. El fenómeno, advierte Casique, abre brechas sociales. «Muchos quedan excluidos (…). A unos (con la dolarización) se les hace más fácil pagar un mercado, pero otros están urgando en la basura para buscar qué comer», comenta. Cuatro de cada cinco venezolanos no tienen ingresos insuficientes para cubrir su dieta, de acuerdo con un estudio de las principales universidades del país. «Hay pasajeros que están aplicando el trueque (…), te dan un kilito de arroz y tú te cobras el pasaje y le das la diferencia», relata Marcelo.