La violencia no da tregua en Buenaventura. Uno de los principales puertos marítimos de Colombia, que mueve alrededor del 60 % de las exportaciones del país, se ha convertido en uno de los epicentros de violencia debido a los enfrentamientos entre los grupos ilegales armados presentes en el municipio, lo cual ha generado desplazamiento, confinamiento, reclutamiento forzado, amenazas y asesinato de líderes sociales.

Tan solo en enero de 2022 fueron asesinadas once personas y se reportaron cinco desaparecidas, cifra que puede aumentar teniendo en cuenta que hay un subregistro. Sin embargo, una de las situaciones que más preocupa es la relacionada con el desplazamiento forzado. Según el informe más reciente, 846 familias llegaron desplazadas a Cali provenientes de Buenaventura en la semana del 7 de febrero.

Estas familias ya habían sido víctimas en la zona rural del municipio, donde hay disidencias de las Farc, Clan del Golfo, Segunda Marquetalia y Eln. Sin embargo, debido a la violencia en el casco urbano por cuenta de las bandas La Local y Los Espartanos, también tuvieron que salir desplazados a otras ciudades.

Esta situación no es nueva en Buenaventura, pues en 2021 hubo un aumento del 125 % en el número de eventos de desplazamiento masivo en comparación con el 2020, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA por sus siglas en inglés). La mayoría de emergencias de desplazamiento masivo surgen por los enfrentamientos entre grupos armados ilegales que buscan el control social y territorial de la zona urbana y rural del municipio.

A lo largo de los años, las actividades portuarias de Buenaventura han representado el ingreso económico más significativo del municipio, dada su privilegiada ubicación en el océano Pacífico. Además, la minería, la pesca, la extracción y el procesamiento de madera son otras de sus fuentes de comercio.

Pero esta estratégica localización ha sido también motivo de interés y disputa por parte de actores armados. Según el informe “Buenaventura, un puerto sin comunidad”, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), desde 1980 grupos armados ilegales han estado allí y controlado la zona.

“Buenaventura está acorralada: por arriba está el conflicto entre Agc y el Eln, lo que ha afectado comunidades indígenas y afros. Por el sur, la más fuerte es la columna Jaime Martínez de las disidencias de las Farc, aunque el Eln está disputando algunas zonas. Sin embargo, lo que más le interesa al Gobierno es que la carretera fluya, porque Buenaventura es un puerto importante. La tercera parte de la carga importadora, muy importante en el insumo de la industria, entra por Buenaventura”, explica Juan Manuel Torres, sociólogo y coordinador de la Fundación Paz y Reconciliación en el Pacífico.