La consejera de Estado de Birmania, Aung San Suu Kyi, que es de facto la primera ministra, y el presidente del país, Win Myint, han sido detenidos por unos desconocidos, comunicó que cita al portavoz del partido gobernante, la Liga Nacional por la Democracia (NLD).

Anteriormente, salieron a la luz informes de una escalada de las tensiones entre el Gobierno y los militares del país asiático, lo cual incitó temores a que tuviera lugar un golpe de Estado. La raíz del conflicto han sido las recientes elecciones, que el Ejército tildó de fraudulentas.

Como resultado, la cúpula política del país ha sido detenida, en lo que ha sido considerado como un golpe de Estado por algunos medios. 

Los ministros regionales también han sido capturados por los soldados que visitaron sus viviendas, informa la BBC citando a los familiares de los ministros detenidos. En las redes ha sido compartida una foto que presuntamente muestra la detención de una de las figuras políticas de Birmania por los militares. 

Según la cadena británica, hay soldados en las calles de la capital de Birmania, Naipyidó, así como en una de las ciudades más grandes del país, Rangún. Asimismo, la conexión telefónica e internet también fueron cortadas en la capital. Mientras, la televisión estatal, Myanmar Radio en Televisión (MRTV), ha informado en su cuenta de Facebook que no tiene posibilidades de transmitir debido a problemas técnicos.  

Temor de un posible golpe de Estado

El 8 de noviembre se celebraron unas elecciones en Birmania que fueron, de hecho, las segundas elecciones generales desde que se acabó el gobierno militar en 2011. El partido gobernante del país, la Liga Nacional por la Democracia (NLD), liderado por Aung San Suu Kyi, ganó con una ventaja contundente obteniendo 396 escaños de un total de 476. Mientras tanto, el Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo, apoyado por el Ejército, se quedó con el número mínimo de escaños en el Parlamento.  

Sin embargo, los militares de Birmania, conocidos como Tatmadaw, declararon que hubo fraude electoral a gran escala, y exigieron que el Gobierno pospusiera la convocatoria al Parlamento, que estaba programada para el 1 de febrero. En dicha convocatoria tendrían que ser elegidos el nuevo presidente y los vicepresidentes para los próximos cinco años. Antes de ello, los representantes del Gobierno y del Ejército de Birmania se reunieron para resolver el conflicto, pero no lograron apaciguar el descontento de los militares con los resultados de los comicios.

Entre temores de un posible golpe de Estado, el Ejército del país negó que su jefe amenazará con llevar a cabo algo semejante. Además, los militares aseguraron que «algunas organizaciones y medios de comunicación» especularon sobre un intento golpista sin fundamento alguno. 

Según sus declaraciones, las palabras del comandante en jefe, Min Aung Hlaing, fueron sacadas fuera de contexto tras afirmar el 27 de enero que la Constitución podría ser revocada si las leyes no eran implementadas de manera adecuada.

Por su parte, la comisión electoral del país asiático rechazó las acusaciones de fraude electoral declaradas por el Ejército. Según el ente, hubo errores durante la votación, pero ninguno de ellos fue lo suficientemente importante como para poder haber afectado los resultados de los comicios.