Las operaciones de búsqueda de 150 personas desaparecidas entre los escombros del edificio que colapsó el pasado 24 de junio, en el condado de Miami-Dade, entraron en su sexto día. La Casa Blanca anunció este martes que el presidente Joe Biden llegará a la zona del desastre el jueves, junto a la primera dama Jill Biden.

Aunque cada vez es más remota la posibilidad de que las misiones de rescate hallen a víctimas del colapso del edificio con vida, muchas familias mantienen la esperanza de que sus seres queridos sean sobrevivientes de la catástrofe.

En un momento en que cientos de familiares soportan una desgarradora espera, la Casa Blanca confirmó que el presidente Joe Biden se reunirá con ellos este jueves durante una visita que realizará a la zona donde colapsó el ala noreste del edificio Champlain Towers, en Surfsie, en el condado de Miami-Dade.

Junto a la primera dama, Jill Biden, el mandatario también se reunirá con los equipos de búsqueda y rescate.

«Quieren agradecer los heroicos equipos de emergencia y a todos los que han trabajado sin descanso, y verse con las familias que se han visto obligadas a pasar por esta terrible tragedia para ofrecerles consuelo a medida que las labores de búsqueda continúan», aseguró este martes la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.

El derrumbe parcial del edificio residencial de 12 pisos deja al menos 11 personas muertas, luego de que fueran hallados otros dos cuerpos el lunes; 150 siguen desaparecidas. 136 personas fueron halladas con vida, según ratificó la alcaldesa del condado, Daniella Levine. La mayoría de las víctimas son de origen latinoamericano, de acuerdo con las autoridades.

«Los tenemos lidiando con la noticia de que es posible que sus seres queridos no salgan vivos y todavía esperan contra toda esperanza que lo hagan (…) Este es el tipo de información que es insoportable para todos», sostuvo Levine.

El sexto día de operaciones de búsqueda estuvo marcado por tormentas eléctricas.

Las labores de búsqueda y rescate llegaron este miércoles a su séptimo día consecutivo en medio de una operación que ha sido catalogada por los trabajadores como «traicionera».

Las tormentas eléctricas impactaron en las últimas horas en la zona y más escombros cayeron sobre el área de búsqueda, lo que obligó a los rescatistas a delimitar el espacio donde pueden excavar.

Ante este escenario, comenzaron a concentrar sus esfuerzos en la pila de escombros que están más lejos de la estructura, explicó el alcalde de Surfside, Charles Burkett.

Los rescatistas están utilizando brigadas y maquinaria pesada mientras trabajan sobre una colina de hormigón pulverizado, acero retorcido y los restos de docenas de hogares, ya que el derrumbe de la edificación dejó una capa tras otra de escombros entrelazados, lo que frustra los esfuerzos por llegar a cualquiera que pueda haber sobrevivido bajo algún espacio.

En los equipos de rescate trabajan bomberos, perros rastreadores y expertos en búsquedas, que utilizan dispositivos de radar y sonido.

Desde el exterior de un edificio vecino varios familiares observaban a los equipos de buscadores excavar el sitio. Algunos se abrazaban, otros oraban. Las autoridades insistieron en que todavía se trata de una operación de búsqueda y rescate, pero no se ha encontrado a nadie con vida desde horas después del colapso del jueves.

«Algunos se sienten más esperanzados, otros menos esperanzados, porque no tenemos respuestas definitivas. Les damos los hechos. Los llevamos al sitio (…) Han visto la operación. Ahora comprenden cómo funciona y se están preparando para las noticias, de una forma u otra», añadió Burkett.

«Decidir sobre la transición de trabajo de búsqueda y rescate a una operación de recuperación es agonizante y que solo pueden tomar los trabajadores en el terreno», señaló Joseph Barbera, profesor de la Universidad George Washington y coautor de un estudio que examinó desastres en los que algunas personas sobrevivieron bajo los escombros durante periodos prolongados.

Las causas del desastre aún no han sido confirmadas por las autoridades. El edificio, construido en 1981, cayó pocos días antes de la fecha límite para que los propietarios de los condominios comenzaran a realizar pagos elevados por más de 9 millones de dólares en reparaciones que se habían recomendado hace cerca de tres años en un informe que advertía sobre «daños estructurales importantes» que debían corregirse.