Entre abucheos de decenas de diputados de su propio partido, el «premier» Boris Johnson reconoció haber roto la promesa electoral de «no más impuestos» con la controvertida subida del 1,25% de las contribuciones a la Seguridad Social que tendrán que costear 25 millones de trabajadores y miles de empresas.

«Ningún conservador quiere nunca subir los impuestos«, admitió Johnson en su intervención en la Cámara de los Comunes. «Acepto que esto rompe nuestros compromisos del manifiesto electoral… Pero nadie había previsto una pandemia»

En su campaña electoral del 2019, el líder conservador prometió efectivamente aplicar un «triple cerrojo» para evitar la subida del impuesto de la renta, del IVA y del así llamado Seguro Nacional (NI, por sus siglas en inglés). Con la introducción del así llamado «impuesto de salud y atención social» -aplicable a las contribuciones a la Seguridad Social- el «premier» conservador aspira a recaudar el equivalente a 14.000 millones de euros extra todos los años.

La oposición laborista se ha opuesto frontalmente a sus planes, al igual que decenas de diputados «tories» que amenazan con torpedear la iniciativa en el Parlamento. La medida ha provocado también una fuerte división dentro del Gobierno, con al menos cinco miembros del gabinete plantando cara al «premier.

El líder del grupo parlamentario del Partido Conservador, Jacob Rees-Mogg, recordó a su jefe de filas las palabras de George Bush, padre: «Leed mis labios, no más impuestos». El ex líder «tory» Iain Duncan Smith ha amenazado entre tanto con encabezar una rebelión similar a la que sirvió para desbaratar el acuerdo del Brexit de Theresa May.

La Confederación de la Industria Británica (CBI) ha mostrado también su oposición a la medida alegando que el peso extra sobre las empresas puede comprometer la recuperación económica. Los sindicatos critican por su parte la nueva carga impositiva que va a revertir sobre el salario de los trabajadores, con rebajas al equivalente de 300 a 580 euros al año según el poder adquisitivo