Aparte del uso de las vacunas, ante la pandemia de COVID-19 es vital poder diagnosticar lo antes posible a las personas infectadas. Una nueva y singular mascarilla parece que es capaz de hacerlo en tan solo una hora y media.

La nueva clase de mascarilla ha sido diseñada por ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad Harvard, ambas instituciones en Estados Unidos.

Las nuevas mascarillas llevan incorporados unos diminutos sensores de usar y tirar que pueden instalarse en otras máscaras faciales y que también podrían adaptarse para detectar otros virus.

Los sensores se basan en una maquinaria celular liofilizada que el equipo de investigación desarrolló previamente para su uso en dispositivos de papel para diagnosticar infecciones por virus como el del Ébola y el Zika.

Cuando los investigadores estaban terminando su trabajo sobre los sensores portátiles a principios de 2020, la COVID-19 comenzó a propagarse por todo el mundo, por lo que rápidamente decidieron intentar utilizar su tecnología para crear un sistema de detección rápida y sencilla del virus SARS-CoV-2.

En el nuevo estudio dentro de esta línea de investigación y desarrollo, el equipo, que incluye, entre otros, a James Collins (MIT) y Peter Nguyen (Universidad Harvard), demostró que los sensores podrían incorporarse no solo a las mascarillas, sino también a prendas de vestir como por ejemplo las batas de laboratorio, ofreciendo potencialmente una nueva forma de vigilar la exposición de los trabajadores sanitarios a diversos patógenos u otras amenazas.

La nueva mascarilla puede diagnosticar COVID-19 a la persona que la lleve puesta tras unos 90 minutos.

Los sensores de las mascarillas están diseñados para que el usuario pueda activarlos cuando esté preparado para realizar la prueba, y los resultados solo se muestran en el interior de la mascarilla, para mayor privacidad del usuario.