Acuatro meses y medio de asumir, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se estrenará a partir de mañana en su primera gira internacional frente a sus aliados europeos y de cara a quien eligió como uno de sus principales rivales, el mandatario ruso Vladimir Putin.

«Mi viaje a Europa es una oportunidad para que Estados Unidos movilice a las democracias de todo el mundo», escribió Biden hoy para anunciar su gira, que tendrá cuatro citas principales: una cumbre del G7 -el foro de las principales potencias occidentales y sus aliados-, una de la OTAN -la alianza militar liderada por Washington y Europa-, una con la Unión Europea (UE) y un cara a cara con Putin en Ginebra.

Una de sus principales promesas de campaña para su entonces ambigua política exterior fue recuperar la política exterior multilateral que supo cultivar Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando forjó instituciones multilaterales que al día de hoy siguen teniendo a Washington como uno de sus principales protagonistas.

Desde que asumió, Biden tuvo varios gestos con sus socios europeos, a los que su antecesor, Donald Trump, había denostado más de una vez: suspender sanciones contra un proyecto energético encabezado por Rusia y Alemania, rehabilitar su relación con la ONU y sus agencias, y participar de manera indirecta en las negociaciones con Irán para reactivar el acuerdo nuclear con Irán, que el expresidente republicano dejó en coma tras abandonarlo unilateralmente y volver a imponer sanciones.

Pero con una triple crisis económica, sanitaria y política dentro de Estados Unidos como prioridad, Biden no se concentró especialmente en la política exterior en estos primeros 100 días de su Gobierno. Por eso, sus aliados e, incluso, Rusia y otros rivales como China, aún tienen muchas dudas sobre qué esperar del Gobierno demócrata.

Por ejemplo, si Biden considera que la OTAN quedó «obsoleta» y muchos de sus miembros no aportan lo suficiente, como reclamó una y otra vez Trump. «Los aliados siguen teniendo dudas y tienen en cuenta las fuerzas que llevaron a Trump al poder en 2016», explicó a la agencia de noticias AFP el ex número dos de la alianza militar y diplomático estadounidense Alexander Vershbow.

Otra duda es cuánto querrá presionar a sus aliados Biden para avanzar en el pedido de suspender temporalmente las patentes de las vacunas y tratamientos contra el coronavirus, una iniciativa que el actual Gobierno estadounidense apoyó en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y que la UE, Reino Unido y Suiza, entre otros de un pequeño grupo de países, siguen rechazando de manera tajante.

Según la agenda publicada por la Casa Blanca, Biden llegará mañana a la noche a Cornualles, en el suroeste de Inglaterra, para participar primero de la cumbre del G7, junto con Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido).

Allí también tiene programada una reunión bilateral con el anfitrión, el primer ministro británico, Boris Johnson, y luego, el domingo, un encuentro, junto a su esposa Jill Biden, visitará a la reina Isabel II en el Castillo de Windsor. A continuación, volará a Bruselas, donde participará de las cumbre de líderes de la OTAN y de una con la UE.

Su última cita de su gira de ocho días será en Ginebra, donde tendrá una reunión con su par ruso, Putin, con una amplia agenda que tratará desde temas bilaterales como la prórroga de acuerdos para limitar los arsenales militares y las sanciones impuestas por ambos países, hasta asuntos internacionales como el ducto Nordstream 2 que unirá Alemania con Rusia, el conflicto separatista en Ucrania, y escaladas bélicas en Siria, Libia y Yemen, entre otros.

Mientras Trump mantuvo una relación ambivalente con Putin -teñida siempre por las denuncias de la oposición sobre un presunto hackeo ruso en la campaña presidencial de 2016 a favor del republicano-, Biden parece decidido a mostrarse más duro con Rusia, especialmente en temas de derechos humanos e injerencia en asuntos de países aliados de Washington y Europa, como Ucrania.

Para la ciudad de Ginebra, este encuentro cara a cara tendrá, además, un sabor especial: en 1985, la ciudad suiza acogió una cumbre entre el presidente estadounidense Ronald Reagan y el líder soviético Mijail Gorbachov.