El río Colorado sigue perdiendo su caudal aceleradamente y si los siete estados que dependen de su agua no se ponen de acuerdo para reducir el consumo, el gobierno federal tendrá que intervenir para evitar consecuencias que pueden ser catastróficas.

De su menguante caudal dependen 40 millones de personas y una industria agrícola de $5,000 millones al año. Sirve a algunas de las mayores ciudades del país, entre ellas Los Ángeles, Denver y Las Vegas, así como tribus indígenas y dos estados mexicanos.

Se aproxima el momento en que puede llegar a no tener suficiente agua como para generar energía hidroeléctrica, un enorme problema que luce mínimo comparado con cuando alcance el llamado deadpool, es decir, el flujo no baste para que la corriente atraviese las represas, algo potencialmente catastrófico.

El gobierno federal pidió a los siete estados que se sirven del río un plan para reducir el consumo en un tercio, entre dos y cuatro millones de acres-pies. Les dio de plazo hasta agosto y no hubo acuerdo. Volvió a darles tiempo hasta ayer martes, y tampoco.

Los siete estados reconocen la urgencia de evitar la situación de deadpool. Pero no coinciden en cómo repartirse los recortes.

Los de la cuenca alta: Colorado, Nuevo México, Utah y Wyoming, argumentan que son los otros los que deberían llevar la mayor carga de los recortes ya que han sufrido bastantes reducciones por la pérdida de caudal del río antes de su llegada al lago Mead.

Hoover Dam scenery in the American West

Los seis proponen un sistema de reducciones que profundiza en las regulaciones existentes y tiene en cuenta factores como el agua que se pierde por la evaporación y el transporte. Funcionarios federales estiman que más del 10% del flujo del río se evapora o pierde en filtraciones y derrames, algo que los estados de la cuenca alta quieren que los de la baja cuenten como parte de lo que les corresponde gastar.

Los lagos Mead y Powell deberían albergar el suministro de agua para cuatro años, pero están a un cuarto de su capacidad. Los expertos señalan a las dos décadas de sequía empeoradas por el cambio climático, y al aumento de consumo impulsado por el crecimiento exponencial de la población.

Por eso, en los últimos años se han impuesto unos recortes a Arizona, Nevada y México, de unos 720,000 acres-pies, lo que no es ni un tercio de los al menos dos millones que el gobierno considera necesarios para estabilizar los reservorios.

Y la Oficina de Reclamación está dispuesta a hacer todo lo posible para conseguir esa estabilización, que las hidroeléctricas puedan seguir funcionando y, sobre todo, evitar el temido deadpool.

El deadpool se da cuando el caudal del río es tan bajo que el agua no sobrepasa los aliviaderos de las represas con el fin de que el flujo siga río abajo.

Eso podría tener consecuencias catastróficas ya que es literalmente cerrarle el grifo a Los Ángeles o Las Vegas. El Gran Cañón del Colorado podría secarse. Gran parte de la industria agrícola de California tendría que cerrar.

Y resultará inevitable si, como hasta ahora, se extrae más agua del río Colorado de la que llega a sus reservorios, como ha pasado durante años.