El presidente de Haití, Jovenel Moise, asesinado el 7 de julio por un grupo armado en su residencia privada de Puerto Príncipe, fue sepultado este viernes en su ciudad natal, Cap-Haitien, en el norte del país.

El sepelio tuvo lugar después de una misa y una ceremonia en los jardines de la Habitation Village SOS, residencia privada de la familia Moise a las afueras de Cap-Haitien.

Asistieron la primera dama, Martine Moise, quien resultó herida en el ataque, los hijos de la pareja, el primer ministro, Ariel Henry, funcionarios, allegados y simpatizantes de Jovenel Moise.

El presidente fue asesinado a tiros en su residencia en Puerto Príncipe en la madrugada del 7 de julio.

Sucedió en un ataque de un comando armado integrado por exmilitares colombianos que accedió a la vivienda presidencial sin hallar resistencia por parte de los guardias que deberían haber protegido la vida del presidente.

Fue «traicionado»

La primera dama pidió este viernes justicia para el asesinado presidente que aseguró «fue abandonado y traicionado».

«Fuiste abandonado y traicionado. Tu asesinato expuso (la) fealdad y cobardía», dijo Martine en la ceremonia civil en honor de Moise.

La mujer aseguró que «el mayor pecado» de Moise fue «amar a su país. Defender a los más débiles frente a la codicia de otros».

«Fuiste brutalmente asesinado. Se ha conspirado contra ti. Te odiaban, te lanzaron veneno», dijo Martine visiblemente afectada.

Afirmó que «las aves de rapiña» que mataron a su marido el pasado 7 de julio «siguen corriendo por las calles. Ni siquiera se esconden. Están ahí observándonos y escuchándonos».

La mujer llamó a evitar que «la sangre de nuestro presidente se derrame en vano».

«No queremos venganza, ni violencia. No cederemos al miedo. Los miraremos (a los asesinos) directamente a los ojos. Les diremos que ya es suficiente», agregó.

Protestas

El lugar donde este viernes se celebró el funeral de Jovenel Moise se vio asediado por protestas con quema de barricadas que llevaron a la Policía Nacional a disparar munición y gases lacrimógenos.

Durante la homilía por Moise, se sintieron los gases en el punto en el que se celebraban las exequias.

También se escucharon tiros, mucho más evidentes al concluir el acto, en ráfagas de no menos de seis disparos cada vez, que la Policía hacía para abrir paso a las numerosas comitivas que salían de la finca.

La carretera a Cap-Haitien estaba bloqueada y era necesario tomar el camino hacia la capital para poder avanzar hacia la ciudad en un recorrido en el que los disparos no dejaban de sonar al paso de los vehículos, haciéndose muy patente el olor a pólvora.