Valve desarrolla una interfaz para conectar el cerebro de jugadores de videojuegos a un ordenador y brindar mejor experiencia Camila Rubio enero 26, 2021 TECNOLOGÍA Gabe Newell, cofundador y director general de la empresa desarrolladora de videojuegos Valve Corporation, considera que en un futuro los juegos electrónicos utilizarán datos de las señales cerebrales de las personas, y que las computadoras ajustarán la mente de los humanos. En una entrevista con el portal neozelandés 1 News, Newell dijo que su compañía está estudiando las interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés), con el fin de utilizarlas en los videojuegos. Admitió que algunas de estas ideas pueden parecer increíbles o «indistinguibles de la ciencia ficción«, pero sostiene que sería un error ignorar el área de las BCI. Valve está trabajando en un proyecto de ‘software’ BCI de código abierto, que permite a los desarrolladores interpretar las señales que provienen del cerebro, utilizando cascos de realidad virtual modificados. Esa interfaz permitiría saber si un jugador está disfrutando de un videojuego y ajustar la experiencia a sus necesidades. Por ejemplo, los juegos aumentarían la dificultad si detecta que la persona se está aburriendo. «El mundo real parecerá plano» Pero las ideas más ambiciosas de Newell implican escribir señales en el cerebro de las personas, en lugar de simplemente leerlas, con el fin de modificar el estado de ánimo u ofrecer mejores imágenes que las reales en los videojuegos. «El mundo real parecerá plano, incoloro y borroso en comparación con las experiencias que podrían crearse en el cerebro de las personas», afirmó. Más allá de los videojuegos, el cofundador de Valve dijo que las BCI también podrían ayudar en otros aspectos de la vida humana, como mejorar la calidad del sueño. Otros de los beneficios de esa tecnología, según el entrevistado, es que permitiría editar digitalmente los sentimientos de las personas, reduciendo o eliminando determinado sentimiento o condición no deseada del cerebro, por razones terapéuticas. Sin embargo, Newell es consciente de que las interfaces cerebro-computadora conllevan riesgos. La idea de que las BCI puedan usarse para provocar dolor físico a las personas es un tema «delicado», y las interfaces podrían ser susceptibles a virus informáticos. «La gente va a necesitar la garantía de que esos sistemas conectados a su cerebro son seguros y que no tendrán riesgos para su salud a corto ni a largo plazo», concluyó.