Una misteriosa y desconocida capa en el centro de la Tierra. Aunque parezca una idea sacada de una novela de Julio Verne, en realidad es la teoría que sostiene un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Australia (ANU), que aseguran haber confirmado la existencia de un «núcleo interno más interno» en el interior de nuestro planeta. Y no solo eso: esta nueva zona tendría importantes implicaciones en la formación terrestre, ya que según los autores, su presencia indicaría que se habrían producido dos enfriamientos distintos (y no solo uno, como se pensaba hasta ahora) a lo largo de nuestra historia. Los resultados acaban de publicarse en ‘ Journal of Geophysical Research: Solid Earth’.

La teoría dominante actual señala que hace 4.600 millones de años nuestro planeta era una gran esfera de polvo cósmico y gases unidos por la atracción gravitacional. La contracción de esos materiales y la radiactividad de los elementos más pesados provocó que se calentara, fundiéndose unos 600 millones de años después por la influencia de la temperatura y la gravedad.

Más tarde, en un periodo hace entre 500 y 2.000 millones de años atrás -los científicos aún no han llegado a un acuerdo-, se empezó a enfriar, lo que provocó la diferenciación entre la corteza, el manto y el núcleo interno y el externo. Los silicatos más ligeros ascendieron para dar lugar a la corteza y el manto, mientras que los elementos pesados -hierro y níquel- se hundieron y formaron el núcleo.

«Tradicionalmente nos han enseñado que la Tierra tiene cuatro capas principales: la corteza, el manto, el núcleo externo y el núcleo interno», afirma en un comunicado Joanne Stephenson, autora principal del estudio, quien reconoce que esta capa es difícil de observar. Sin embargo, sus propiedades únicas podrían señalar que, efectivamente, ocurrió un segundo y desconocido fenómeno de enfriamiento en la Tierra durante su formación. «Encontramos pruebas que pueden indicar un cambio en la estructura del hierro, lo que sugiere quizás dos eventos de enfriamiento por separado en la historia de nuestro planeta».

En realidad, la idea no es nueva: ya se propuso hace un par de décadas. Investigaciones anteriores indicaban existen cirstales de hierro en lo más profundo del núcleo que apuntan en una dirección de este a oeste, a diferencia del núcleo interno externo, que tiene los cristales que apuntan de norte y sur. Este dato desconcierta a muchos geólogos, y algunas teorías explicaban este fenómeno agregando, precisamente, este núcleo más interno, que ocuparía la mitad del diámetro del núcleo interno general. Pero, hasta ahora, no se tenían datos consistentes para apoyar esta hipótesis.

«Nosotros solucionamos este problema mediante el uso de un algoritmo de búsqueda que rastreó entre miles de modelos posibles del núcleo interno», señala Stephenson. Y así es como observaron que una Tierra con un núcleo aún más interno parecía encajar. «Los detalles de este posible nuevo evento siguen siendo un poco misteriosos, pero hemos agregado otra pieza del rompecabezas de cómo es el núcleo interno de nuestro planeta».