Han hallado la cuenca de un antiguo lago en Groenlandia, que esconde un registro muy valioso de su clima pasado.

Investigadores de la Universidad de Columbia (EE.UU.) han descubierto los restos de un gran lago enterrado bajo el hielo de Groenlandia desde hace cientos de miles o millones de años. Este lago forma parte del «mundo perdido» situado bajo la «corteza» helada de Groenlandia, con montañas, cañones, ríos y lagos, y que cada vez tiene menos hielo sobre él a causa del calentamiento global.


Solo el año pasado, se informó del descubrimiento de 50 lagos subglaciales en Groenlandia, cuerpos con agua atrapada entre el lecho rocoso y el hielo situado por encima. En esta ocasión, lo que se ha descubierto es la cuenca de un angituo lago, seco desde hace mucho y cubierto por una capa de sedimentos de 1,2 kilómetros de grosor, y a su vez situada bajo 1,8 kilómetros de hielo.


Según los investigadores, este lago se formó cuando en la región no había hielo. Alcanzó una extensión considerable, de 7.100 kilómetros cuadrados (diez veces menos que el monumental Lago Victoria, en África). Según sus cálculos, almacenó unos 580 kilómetros cúbicos de agua y fue alimentado 18 afluentes situados al norte.

Para los científicos, lo más interesante es estudiar los sedimentos que rellenan la cuenca, porque son como una cápsula del tiempo de lo ocurrido en Groenlandia: «Podría ser una importante fuente de información sobre un paisaje que hoy está totalmente inaccesible y oculto», ha comentado Guy Paxman, líder del estudio e investigador en la Universidad de Columbia (EE.UU.).


«Si pudiéramos llegar hasta esos sedimentos, nos podrían decir cuándo el hielo estuvo ausente o presente», ha proseguido Paxman. Esto sería crucial para estudiar el clima pasado y las condiciones ambientales de Groenlandia.


La cuenca del lago, que ha recibido el nombre de «Cuenca del Campo Century», en honor a una base militar cercana, fue observada gracias a la misión «IceBridge», de la NASA, un sondeo de las regiones polares del mundo desde aviones.


Gracias a medidas de radar, gravedad y magnetismo, los investigadores encontraron evidencias de la presencia de una gigantesca masa de materiales sueltos, menos firmes que las rocas de los alrededores.

Los autores creen que este antiguo lago existió en una época más cálida, y que fue resultado del desplazamiento del terreno debido a la presencia de una falla, hoy inactiva. Otra opción es que fueran los glaciares los que erosionasen y diesen forma a la cuenca con el tiempo.


En todo caso, los investigadores están convencidos de que si se pudiera perforar la cuenca, se tendría acceso a una increíble fuente de información, útil para comprender tanto el clima pasado como el futuro.


«Estamos trabajando en comprender cómo se comportó el hielo de Groenlandia en el pasado», ha concluido Paxman. «Es importante si queremos entender también cómo se comportará en las próximas décadas».