Argentina enfrenta una crisis sanitaria, climática y de biodiversidad: mientras sus montes del norte son talados, los del sur están en llamas

La llegada del nuevo coronavirus paralizó gran parte de nuestras actividades. Sin embargo, la pandemia y sus respectivas cuarentenas no frenaron la destrucción de áreas naturales. De acuerdo con un estudio de Greenpeace, la deforestación en Argentina fue incluso mayor en 2020 que en 2019.

«A pesar de las restricciones impuestas por la pandemia de covid-19, durante 2020 la deforestación en esas cuatro provincias fue levemente superior al año anterior», advierte el informe. Durante 2020, la pérdida de bosques nativos en el norte de Argentina fue de 114 mil 716 hectáreas. En 2019, la cifra del desmonte fue de casi 81 mil hectáreas.

La conservación de bosques juega un rol clave en la mitigación del cambio climático. La deforestación que tuvo en 2020 la Argentina equivale a emisiones por casi 21 millones de toneladas de dióxido de carbono. Esto es semejante a la emisión producida por unos 4.48 millones de vehículos en circulación durante un año, según el reporte de Greenpeace.

EL MOTIVO DEL AUMENTO DE LA DEFORESTACIÓN, SEGÚN GREENPEACE

En su informe, Greenpeace señala dos motivos principales por los cuales se produce la deforestación. Por un lado, la pérdida de bosques nativos culpa del avance de la frontera agropecuaria, destinada para ganadería y la soja transgénica. Por otro lado, los incendios forestales que se dan de forma sostenida a lo largo de todo el país.

Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace, publicó un comunicado luego de que se lanzara el informe. Allí señaló que Argentina está ante una emergencia sanitaria, climática y de biodiversidad. Además, agregó: «Más deforestación significa más cambio climático, más inundaciones, más desalojos de comunidades campesinas e indígenas, más desaparición de especies en peligro de extinción y más enfermedades».

Estos dos motivos, la deforestación y los incendios, llevaron a la organización a pedirle al gobierno nacional que cree penas para sancionar esta destrucción. Así, desde Greenpeace pidieron que de «forma urgente se prohíban y penalicen los desmontes y los incendios forestales». Sin embargo, este no fue el único señalamiento para el gobierno. La institución también denunció que en muchos casos los desmontes suceden gracias a la complicidad de funcionarios, que no exigen una reforestación luego del desmonte o de un incendio.

UN FUEGO QUE NO PARA DE AVANZAR

El informe de Greenpeace señala que mientras el norte del país se desmonta, el sur se quema. Actualmente —y desde hace más de dos semanas— la Patagonia argentina arde. Miles de kilómetros de bosque se perdieron culpa del fuego.

El incendio comenzó cerca de la localidad de El Bolsón, en la Cordillera de los Andes. Hasta ahora, alrededor de 10 mil hectáreas fueron arrasadas. Además, el origen del fuego fue un error humano: actualmente se están investigando a seis personas que dejaron mal apagado un fogón después de un asado en una casa.

El saldo de pérdidas no se limita a las hectáreas de bosque. Al igual que con la deforestación del norte, en esta zona de Argentina también fallecieron animales autóctonos (aún no hay cifras oficiales sobre esto), se destruyeron dos viviendas y dos galpones. Además, culpa del fuego y el humo, muchos pobladores de la zona tuvieron que ser evacuados a zonas más alejadas del incendio.

Durante el 2020, hubo incendios por toda la Argentina. Durante semanas, cientos de bomberos intentaron apagar decenas de incendios en 14 provincias de Argentina. En ese entonces, el Servicio Nacional del Manejo del Fuego alertó de la acción humana como principal causante de estos incendios. «El 95% son producidos por intervenciones humanas: la preparación de áreas de pastoreo con fuego, fogatas y colillas de cigarrillos mal apagadas y el abandono de tierras”.

Greenpeace también señala en su informe que el cambio climático y las condiciones extremas derivadas de éste sólo generan una realidad más compleja para frenar estos fuegos. La falta de precipitaciones, las temperaturas elevadas, el bajo porcentaje de humedad, las heladas constantes y los vientos fuertes inciden en la propagación de los incendios que, como sucede en la Patagonia, no pueden ser frenado rápidamente.