Dar o recibir clases virtuales en Venezuela es una orden presidencial y, al mismo tiempo, un suplicio para no pocos. La velocidad de conexión promedio en el país es apenas la segunda peor del continente, después de Cuba, desde agosto cuando se subió un peldaño, pero el problema fundamental es la falta de acceso.

Venezuela ocupó en agosto el puesto 169 entre 174 países en la rapidez de sus conexiones de banda ancha al promediar 6,15 megabits por segundo frente a los 36,63 de su vecina Colombia, en el puesto 81.

Escapar de los fallos en la conexión a internet y también de los habituales apagones que golpean a los venezolanos puede ser imposible.

El año escolar 2020-2021 comenzó entre protestas de maestros exigiendo «salarios dignos». Los docentes del país reclaman que reciben solo 2,5 dólares como sueldo mensual, insuficientes para comprar un kilo de carne. Algunos maestros abandonan la carrera, y las dificultades para conectarse tienen como principal consecuencia el abandono de los estudios por parte de los alumnos, “Porque a veces no cuentan con internet, o no tienen teléfono inteligente. A veces les prestan al teléfono”.

El costo de un teléfono inteligente puede representar meses e incluso años de salarios para familias ahogadas por la hiperinflación.

Según cifras oficiales, en Venezuela se perdieron en 2019 7 millones de líneas celulares, con solo 4 de cada 10 venezolanos como portadores de un teléfono móvil.