Si el barco intenta hundirse, en Fe y Alegría indagan la manera para seguir con la educación y adaptarse a las situaciones de emergencia. Ante la pandemia sobreviven gracias a donativos de padres y empresas, que les permite improvisar lavamanos, adquirir equipos de bioseguridad y reparar algunos problemas de infraestructura.

A través del programa de regreso a clases seguras y el plan de sostenibilidad, los padres están siendo involucrados en la importancia que significa que cada uno coloque un granito de arena para que las instituciones Fe y Alegría no decaigan.

Por medio de asambleas, el aporte por la mensualidad en Fe y Alegría pasó de $1.5 a $4, monto que fue fijado a través de una estructura de costos «y quienes no tengan para cancelarlo, lo pueden hacer con colaboraciones», dijo Juan Rincones, director de la institución Variquisimeto, ubicada en el barrio El Bolívar, al oeste de Barquisimeto.

El profesor explicó que con esos aportes y los que otorgan empresas privadas y organizaciones internacionales pudieron comprar equipos de bioseguridad para cada personal y además de improvisar lavamanos en la entrada de la institución.