Las organizaciones humanitarias están apresurando al máximo sus operaciones en Centroamérica ante la llegada del nuevo huracán Iota y tras verificar que las víctimas del anterior huracán, Eta, son varias veces más de lo que se estimaba y la posibilidad de que se forme un tercer huracán.

«Nos hemos quedado sin superlativos para calificar esta temporada de huracanes en el Atlántico, se han roto récords en todos los sentidos. Estamos en el momento del año en el que normalmente esta temporada termina, pero esta vez no es así», dijo una representante de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

El huracán Iota ha tocado tierra en Nicaragua en la noche del lunes al martes, con una potencia de 5 (máxima en la escala de intensidad) y menos de dos semanas después del paso del huracán Eta, que llegó prácticamente a la misma zona con una categoría de 4.

«Es la primera que vemos en noviembre dos huracanes fuertes y cuyo recorrido difiere en menos de 25 kilómetros, lo que significa que tendrá un impacto básicamente en las mismas áreas», explicó Clare Nullis, portavoz de la OMM en Ginebra.

Aunque Iota perdió fuerza rápidamente tras tocar tierra en Nicaragua, los daños ya son cuantiosos y se agregan a los que causó Eta, que afectó a cinco millones de personas en la región, según los datos de la ONU.

La Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU ha enviado a San Pedro de Sula, en Guatemala, un equipo de siete especialistas que evaluarán los daños para determinar las necesidades humanitarias y apoyar el trabajo del gobierno en las próximas semanas.

Toneladas de ayuda humanitaria.

El portavoz de esa Oficina, Jens Laerke, confirmó que conforme se ha ido llegando a zonas remotas que fueron afectadas por Eta las estimaciones de daños y personas que necesitan asistencia se ha disparado, particularmente en Honduras y Guatemala.

Si en Honduras se estimaba hace una semana que los damnificados eran tres millones, en la última semana se ha determinado que hay un millón de víctimas adicionales, mientras que en Guatemala se ha multiplicado por tres la cifra inicial de 900.000, detalló Laerke.

Incluso para expertos humanitarios curtidos en situaciones de desastre, lo que está ocurriendo en Centroamérica escapa de lo que habían visto hasta ahora.

Una preocupación central es que empiecen a producirse deslizamientos de tierra por la cantidad de agua acumulada desde el paso de Eta, y que haya grandes inundaciones.

La Federación Internacional de la Cruz Roja, la red humanitaria más grande de ayuda y que coordina las acciones en 150 países, ha preposicionado ayuda que incluye bote de salvamento en caso de que se realice una gran operación de rescate.

Sin embargo, la entidad lamentó hoy que su petición de fondos de 20 millones de dólares para asistir a 75.000 personas afectadas por Eta «esté teniendo una respuesta muy lenta por parte de los donantes».

El portavoz de la FICR, Matthew Cochrane, dijo que ningún país del mundo podría haber estado suficientemente preparado para afrontar a dos huracanes con dos semanas de intervalo, a lo que se suma que esto está pasando en países muy vulnerables.

El Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha advertido hoy que las inundaciones en Guatemala, Honduras y Guatemala afectarán a los cultivos y que esto pondrá bajo mayor presión a campesinos que dependen de éstos para su subsistencia.

«Está claro que esto extenderá la situación de emergencia hasta mediados de 2021», dijo su portavoz Tomson Phiri.

Por su parte, Nullis reveló que el Centro Nacional de Huracanes de EEUU ha reportado a la OMM que existen un 40 % de posibilidades de que un nuevo huracán se forme en el Atlántico en los próximos cinco días, aunque es demasiado pronto para predecir – si ocurre – cuál sería su trayectoria.

La OMM ha identificado ciertos factores que podrían explicar por qué esta temporada de huracanes es particularmente severa.

«Primero tenemos la ausencia del fenómeno de El Niño, que tiende a moderar los huracanes, y otro factor mayor es la temperatura de la superficie del océano, aunque lo que hay que destacar más es que todo esto está sucediendo en la era del cambio climático», sostuvo Nullis.

«En la OMM frecuentemente hablamos de lo que está por encima o por debajo de un promedio, pero ahora lo que es normal o un promedio ha cambiado de significado con respecto a quince años atrás», sentenció.