A Dominic Ongwen lo secuestró en Uganda el Ejercito de la Resistencia del Señor (LRA, su sigla en inglés) cuando tenía 10 años; el objetivo era entrenarlo y obligarlo a sembrar terror, cometer crímenes atroces contra la humanidad y ampliar el mandato de la organización.

Esa es la vida que aprendió. Creció y se convirtió en líder del grupo paramilitar religioso. Ahora, con 41 años, la justicia internacional acaba de condenarlo por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Se trata del primer ex niño soldado en ser declarado culpable por este organismo.

Para el jurado, él fue culpable, ya que cuando creció «no estaba en una situación de completa subordinación y actuó con frecuencia de forma independiente». Ha sido condenado a cadena perpetua por cometer 61 crímenes.

LA HISTORIA DE DOMINIC ONGWEN Y LA RESISTENCIA DEL SEÑOR

El Ejercito de Resistencia del Señor empezó su cruzada en 1987. En ese entonces —y hasta la actualidad— llevó adelante un proceso de extrema violencia armada contra el gobierno de Uganda, los ciudadanos y los países vecinos. Se trata de una organización paramilitar que cometió numerosos crímenes en nombre de Dios y en defensa del cristianismo.

El LRA se ocupó de reclutar niños para sumarlos a esta secta desde pequeños. Ese fue el caso de Dominic Ongwen. El grupo lo secuestró cuando tenía 10 años. Los abogados de Ongwen dijeron que como fue secuestrado por el LRA cuando era menor no debería ser castigado por crímenes que cometió bajo coacción.

Sin embargo, en La Haya se definió que él no actuó siempre siguiendo órdenes, y que acabó convirtiéndose en líder de la organización. Ongwen fue acusado de los siguientes crímenes: asesinato, violación, esclavitud sexual, secuestro y tortura. Centenares de mujeres detallaron la extrema violencia que sufrieron.

El principal argumento en su contra que expuso el tribunal es que Ongwen tuvo numerosas oportunidades de dejar la organización, pero no lo hizo.

La mayoría de los cargos contra Ongwen se centraron en ataques a campamentos de refugiados entre 2002 y 2005. Uno de los peores fue en un ataque de cuatro días en campamentos en el noreste del Congo en diciembre de 2009. En esa ocasión murieron alrededor de 350 civiles. Además, al menos 80 niños fueron secuestrados.

LA MIRADA INTERNACIONAL SOBRE ESTE CASO

El LRA y sus miembros son buscados internacionalmente. De los cinco altos líderes del LRA acusados ​​en La Haya hace más de una década, sólo Ongwen y Joseph Kony —el líder máximo— siguen vivos. A pesar de que hay una recompensa de 5 millones de dólares por la información para conseguir su captura, Kony sigue prófugo.

Organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch dieron su punto de vista sobre la sentencia de Ongwen.

Elise Keppler, directora asociada de justicia internacional, señaló a The Guardian que este juicio «resalta los desafíos para rendir cuentas cuando un niño víctima crece y se convierte en líder de un grupo así». Sin embargo, Keppler también afirmó que desde La Haya se debe dar un veredicto para poder avanzar en el juicio contra el LRA y que la condena de Ongwen supone avanzar en la resolución de crímenes cometidos por esta organización.

En su primera aparición en diciembre de 2019, Dominic Ongwen dijo que se declararía inocente. En esa oportunidad explicó ante el tribunal que él era «una de las personas contra las que el LRA cometió atrocidades» y que no debería ser juzgado.

Su historia, sin duda, deja un debate abierto: ¿cómo juzgar cuando un niño creció siendo víctima del extremismo?