Ministro británico de Sanidad dimite tras saltarse con su amante las reglas de distanciamiento social Camila Rubio junio 27, 2021 MUNDO El ministro británico de Sanidad, un político hábil y escurridizo que ha sabido sobrevivir en diferentes aguas, ha sido incapaz de resistir esta vez la presión. Matt Hancock, de 42 años, presentó a última hora de la noche del viernes su dimisión a Boris Johnson, según informó Downing Street. Horas antes, el tabloide sensacionalista The Sun había publicado en exclusiva imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del ministerio, el pasado 6 de mayo, en las que se veía al político abrazarse y besarse con su asesora y amiga, Gina Coladangelo, de su misma edad. Al bochorno de una secuencia en la que el ministro aferraba las posaderas de su antigua amiga de la Universidad de Oxford se sumaban derivadas mucho más comprometidas para Hancock. En aquel momento, seguían prohibidas en todo el Reino Unido las reuniones en interiores de dos o más personas procedentes de domicilios distintos. Y, desde hacía meses, los altos funcionarios del ministerio cuestionaban el contrato de Coladangelo. A pesar de que un principio colaboró con Hancock de modo gratuito, desde marzo de 2020 se le atribuyó un presupuesto de las arcas públicas de cerca de 20.000 euros. “Debemos ser honestos con todos aquellos que han sacrificado tanto durante esta pandemia, y admitirlo si les hemos defraudado. Yo lo he hecho, al saltarme las normas de distanciamiento social”, ha escrito Hancock al primer ministro en su carta de dimisión. Johnson, quien en un principio anunció a través de sus portavoces que daba el asunto por concluido después de escuchar las disculpas públicas de su ministro, tampoco ha sido capaz en esta ocasión de resistir la presión procedente, no solo de las filas de la oposición, sino de un número cada vez mayor de diputados conservadores, que consideraban intolerable la permanencia de Hancock en el Gobierno. “Debes abandonar tu puesto muy orgulloso de todo lo que has logrado, no solamente durante el combate contra la pandemia, sino incluso antes de que la Covid-19 arremetiera contra nosotros”, ha contestado Johnson a Hancock. El primer ministro ha elegido como reemplazo a Sajid Javid, quien ya fue ministro del Interior con Theresa May y ministro de Economía durante los primeros meses de Johnson, hasta que fue reemplazado por Rishi Sunak. Javid, musulmán de origen paquistanía, asume un ministerio que sigue siendo de extrema importancia. La variante Delta del virus ha acelerado de nuevo el ritmo de los contagios en el país, la campaña de vacunación no ha alcanzado aún su objetivo de inmunizar al 70% de la población adulta, y los expertos exigen al Gobierno que se prepare a conciencia para un invierno que volverá a ser complicado. Todo el país pudo conocer la opinión personal de Johnson sobre la gestión de su ministro de Sanidad durante los primeros meses de la pandemia: “un puto inútil total”, a totally fucking hopeless, decía el mensaje de WhatsApp que el primer ministro envió a su entonces asesor estrella, Dominic Cummings. El que fuera máximo ideólogo del Brexit y hombre fuerte de Downing Street durante los primeros meses después de la llegada de Johnson, acabó enfrentado con gran parte del entorno del primer ministro y salió por la puerta de atrás. Ahora se cobra su venganza con una serie de filtraciones de documentos comprometedores para el Gobierno. Y su principal objetivo, desde el primer minuto, ha sido Hancock, a quien considera un desastre de político y de quien pidió al propio Johnson su cese en varias ocasiones. El hasta ahora ministro de Sanidad confiaba, gracias al éxito de la campaña de vacunación, que el propio personaje de Cummings acabara autodestruyéndose y él pudiera sobrevivir. Aunque nada demuestra que detrás de la filtración de las imágenes del adulterio esté el exasesor, el momento no ha podido ser más indicado para que muchos hayan atado cabos. “Abuso de poder” El Partido Laborista había denunciado, antes incluso de que se conociera la relación amorosa entre Hancock y Coladangelo, el “abuso de poder y conflicto de interés” que suponía contratar como asesora a una amiga personal, sin justificar con claridad cuál debía ser su función, y retribuirla además con dinero del contribuyente. Pero no ha sido precisamente eso lo que ha llevado a Hancock a tirar la toalla, sino más bien el saber que la policía se disponía a abrir una investigación oficial sobre su comportamiento, para comprobar si efectivamente se había saltado las regla de distanciamiento social que el resto de ciudadanos estaban obligados a cumplir bajo amenaza de multa. A medida que avanzaba el viernes y el sábado, eran menos las voces que salían en defensa de la honorabilidad de Hancock, y más las que le sugerían a Johnson, desde las filas conservadoras, que arrojara ya el lastre del ministro. Uno de los grupos que representa a las familias de víctimas de la Covid-19 había escrito incluso a Johnson una carta urgente en la que le exigía que echara al ministro si este no dimitía antes. “Por todo el país, las familias de las víctimas han seguido a toda costa las reglas para evitar más muertes. Está claro que para Hancock las reglas solo eran para el resto de las personas, no para él”, decía el texto.