A María Eva Juncos le robaron seis veces arriba del taxi: «Con revólver, cuchillo y todo lo que se te ocurra», cuenta. Trabajar como conductora es difícil en una sociedad machista, pero mucho más en las crudas calles de Rosario (Argentina), allí donde nació Lionel Messi, aunque el narcotráfico y la violencia ya corrieron al fútbol de la portada de los diarios. Así, lo que debería ser una actividad común y corriente, para ella y otras compañeras se convirtió en una tarea de alto riesgo.

Las situaciones de inseguridad también afectan a pasajeras, que muchas veces están expuestas a posibles abusos o acosos de los hombres al volante. Pero, incluso sin haber agresiones físicas, recibir comentarios inapropiados desde el sexo opuesto es un motivo suficiente para preferir viajar con otra mujer, y evitar pasar un mal rato.

Aquella necesidad, traducida en una alta demanda femenina, incentivó a las trabajadoras para organizarse con las clientas, y comenzaron a coordinar viajes por WhatsApp. Igualmente, no alcanzaba: «Escuchábamos los audios tarde», dice Juncos. La inmediatez del siglo XXI exigía otra cosa, una aplicación, «donde la pasajera pueda acceder a esa conductora que tanto requiera», y en diciembre del 2016 nació She Taxi. Desde ese entonces, no paró de crecer.

Su gran distintivo, a diferencia de Uber y otros sistemas de transporte de pasajeros, es que utiliza exclusivamente a taxis, es decir, vehículos y conductoras autorizadas por el Estado para realizar su actividad comercial. No propone la clandestinidad, sino más bien lo contrario.

Conductora de She Taxi, cortesía de She Taxi

Para lanzar esta idea, María contó con la ayuda del ingeniero Pablo Botta, un experto en apps y páginas web, a quien le comentó su objetivo y le transmitió inquietudes de trabajadoras y pasajeras. «Tenía que ser ágil, pero con cero presupuesto. Era muy complicado», repasa la chofer. De hecho, tuvo que tomar un crédito para poder pagar el desarrollo, y posteriormente sostuvo la plataforma poniendo dinero de su propio trabajo. «En la pandemia se complicaron las cosas, y en paralelo, She Taxi empezó a hacerse más masiva», señala.

Cuántas personas lo usan y dónde está disponible

Al día de hoy, hay 1.000 conductoras registradas y unos 200.000 usuarios, de los cuales el 90 % son mujeres. Juncos remarca que también aceptan a varones como solicitantes de viajes, porque restringirles el acceso «sería ilegal y discriminatorio». Pero, por la esencia misma de la aplicación, no se permiten hombres para manejar, y en caso de que alguno pretenda registrarse, «no es validado y queda inactivo, sin poder hacer nada».

A nivel territorial, She Taxi funciona en las ciudades de Rosario, Santa Fe, Córdoba –la segunda más poblada del país–, Villa Allende y Santa Rosa de Calamuchita. «También está desembarcando en San Juan, pero ahí se potencian mucho más los sectores que se oponen a la aplicación, porque además de visibilizar las cuestiones de género, las brechas ocupacionales y la inseguridad de las usuarias, sacude una cuestión económica», cuenta la ideóloga.  En algunas jurisdicciones, remarca, las choferes contratadas en empresas de remises son obligadas a no utilizar la aplicación.

La última gran noticia fue que la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires acaba de habilitar su uso en la capital, tras una batalla judicial iniciada en el 2018. El caso llegó a los tribunales porteños porque una ley local sostenía que la única plataforma autorizada para pedir viajes era BA Taxi, lanzada por el propio Gobierno citadino. Así, Juncos presentó un amparo al considerar que esta actitud monopólica era anticonstitucional, pero los magistrados rechazaban su planteo. Protestó en primera instancia, y la desestimaron. Lo repitió en segunda, y tampoco la tomaron en serio. Pero insistió, el asunto se elevó, y el Tribunal Superior le dio la razón.

Ahora, el nuevo desafío de She Taxi es poder actuar en una urbe con alta densidad poblacional, «donde todo se multiplica por cuatro o por cinco». Frente a este escenario, de momento la aplicación solo está habilitada para sumar choferes, y así poder responder a una demanda nunca antes vista por la entrevistada. Actualmente, «solo hay entre 30 y 40 conductoras», un número bajo para una de las ciudades más importantes de América Latina.

Igualmente, su creadora avisa que próximamente también lo va a habilitar para usuarias capitalinas, aunque haya pocas trabajadoras inscriptas: «No pretendemos ganar dinero. Con que una sola pasajera pueda encontrar una conductora, ya estamos solucionando algo. Así fue en todas las ciudades».

«Ahora puedo salir de noche»

Para mantener a She Taxi en funcionamiento, Juncos y sus compañeras se ocupan de reunir el dinero suficiente para pagarle al ingeniero todos los meses. Es que, el uso de la app es gratuito; la entrevistada no quiere cobrarles a las pasajeras ni tampoco a las trabajadoras, aunque varias de sus compañeras aportan una colaboración para que el proyecto siga en pie.

«Me salvaste la vida», «gracias por existir» o «ahora puedo salir de noche y volver a casa», son algunos de los típicos comentarios que reciben las participantes de esta red. Por eso, María entiende que el valor social de su iniciativa importa mucho más que el mero acto de lucrar.

De todos modos, a medida que esto va creciendo, sabe que necesitará recaudar fondos si la expansión continúa, y por ello se baraja la posibilidad de aceptar donaciones. Todo ello teniendo en cuenta que más adelante podrían instalarse en otros países, considerando que entre la nómina de conductoras anotadas también figuran personas de Colombia, México e incluso España. Aquí o allá, «el gran desafío es la brecha ocupacional, sostenida por el sistema patriarcal», subraya.

Comando femenino

Una de sus funciones más llamativas es la del botón de pánico, que permite activar un protocolo de acción inmediata entre las conductoras, ante una situación de peligro. «Al apretarlo, se activa una bocina potente para las personas cuyos perfiles aceptaron adherirse a esta herramienta», explica. Así, el sistema lanza una alerta a los cinco vehículos más cercanos.

Cortesía de She Taxi

«Se ve reflejada la localización de la chofer que está en pánico», agrega. Después, a la conductora que esté más alejada, se le va a indicar que debe llamar al 911. «A otra se le va a decir que vaya al punto donde se apretó el botón», detalla María, «y desde un chat interno debe informar si el lugar está despejado». Las tres restantes, quienes están más cerca, «deben perseguir al teléfono» que disparó la señal, siempre y cuando permanezca encendido.

Además, esta función está siempre disponible, aunque el viaje sea con pasajeros aleatorios levantados en la calle, sin haber usado She Taxi. Por lo pronto, todavía no se ha presentado ninguna situación de alto riesgo, aunque de forma preventiva el botón se activó en varias oportunidades. «La idea de la persecución no es ir a confrontar con un ladrón, es para que la conductora se sienta acompañada, y disuadir al delincuente», comenta.

Según Juncos, desde que se lanzó su aplicación, la inseguridad al volante se redujo «considerablemente». Y destaca: «No registramos ningún robo desde 2016 en viajes realizados en la plataforma».