A pesar del secretismo con el que se conduce la Administración Biden ante el hacinamiento de menores sin papeles en la frontera, las últimas cifras filtradas en Estados Unidos revelan que esta es la crisis más grave en décadas: ante la admisión por parte del Gobierno estadounidense de que no devolverá a esos menores en caliente, están llegando niños y adolescentes sin sus padres o tutores a razón de 550 por día. Si la tendencia se mantiene, a finales de este mes habrán llegado 17.000, un récord absoluto.

Esto ha obligado a Biden a enviar a una delegación a México y Guatemala, encabezada por la enviada especial para la frontera, Roberta Jacobson, a la búsqueda de cooperación para detener el flujo de menores inmigrantes en su origen. 

Además, Biden planea él mismo visitar la frontera, después de que varios diputados, demócratas y republicanos, filtraran fotos de las condiciones de detención de algunos de los menores bajo custodia federal en la frontera.

Ya hay de momento 15.000 niños y adolescentes a recaudo de las autoridades y que han solicitado asilo. En principio los cruces por carretera de la frontera están cerrados por la pandemia, y a todos los que la crucen se los devuelve en caliente a México, pero eso no afecta a menores.

 «Los niños que se presentan en nuestra frontera por riesgo de violencia, que son perseguidos, que huyen de situaciones terribles, no son una crisis», dijo el lunes la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.

La semana pasada la Cámara de Representantes aprobó varias medidas para atajar la crisis migratoria en general, incluida la legalización de los «dreamers», o sin papeles que llegaron a EE.UU. de niños. 

Ahora, sin embargo, cualquier cambio en ese ámbito ha quedado congelado por esta crisis en la frontera, y la insatisfacción que provoca en el Senado. Tanto republicanos como demócratas de los estados afectados han pedido a Biden un plan de acción coherente y rápido.