Pedro Castillo y Keiko Fujimori cerraron sus campañas electorales el jueves en la tarde. Ambos lo hicieron en Lima (Perú) el primero en el centro de la ciudad, la segunda en el sur. La mayoría de las encuestas muestra un posible resultado apretado entre ambos, para una contienda que será bisagra para el país.

Keiko Fujimori estuvo el 3 de junio en la tarde en la populosa zona de Villa Salvador, en el sur de Lima. Llegó mientras sonaba el estribillo de la canción repetida una y otra vez: “hoy enfrentamos una grave amenaza, al comunismo le tenemos que ganar”. Quienes estaban allí para esperarla llevaban prendas naranjas, la letra K en banderas, camisetas en apoyo a la candidata presidencial y contra el comunismo.

«Estamos con Keiko por su padre, porque fue el mejor presidente del Perú, se ensuciaba los zapatos, donde no había carreteras hizo carreteras, donde no había colegios hizo colegios, y eso es lo que va a hacer su hija, va a ser la mejor de todos los presidentes corruptos que han estado después de Fujimori. Nadie nos paga, a mi hija la traigo porque pienso en su futuro, no al comunismo», afirmó Mónica Oré Carranza, presente en el acto junto a su hija y mujeres de su barrio.

La dirigente del partido Fuerza Popular, hija de Alberto Fujimori quien gobernó entre 1990 y el año 2000, se dirigió a sus simpatizantes con un mensaje central: la necesidad de “enfrentar los riesgos que significa el comunismo en el año bicentenario del Perú”.

Bajo la invocación a esa amenaza realizó a lo largo del acto una invocación a la unidad nacional, a la reconciliación entre partes enfrentadas. Así, por ejemplo, subió al escenario su hermano Kenji Fujimori, con quien había mantenido fuertes diferencias en años anteriores.

Keiko Fujimori: enfrentar los riesgos que significa el comunismo en el año del bicentenario, estoy aquí con profunda humildad porque en primera vuelta solo obtuve el 13.5%. Nuestro país en los últimos años ha sido víctima de la indiferencia, la incapacidad de las autoridades.

«Keiko va a unificar todo el Perú, va a acabar con todo ese odio que algunos adversarios se han dedicado a sembrar», afirmó su hermano que, como ella, llevaba la bandera nacional en la ropa, vistiendo la camiseta de la selección de fútbol.

Quien también acompañó a Fujimori fue Álvaro Vargas Llosa, hijo de Mario Vargas Llosa, premio nobel de literatura peruano, enfrentado durante treinta años con el fujimorismo, tanto a Alberto como a Keiko.

«Dentro de 20 y 30 años nuestros hijos y nuestros nietos mirarán para atrás y aprenderán que un 6 de junio de 2021 los peruanos que estaban fracturados, enfrentados entre sí, enconados, que un país que estaba partido en dos mitades inició el hermoso, el glorioso proceso de reconciliación», afirmó.

Álvaro Vargas Llosa, al igual que su padre, realizó una defensa absoluta de Fujimori: «La causa de la libertad es hoy día Keiko Fujimori (…) ha dado pruebas irrefutables de que va a respetar las libertades, la Constitución, la independencia del poder judicial (…) después de treinta años de enfrentamiento entre nuestras familias ha llegado la hora de la reconciliación, de la unidad».

Una plaza llena

Mientras Fujimori realizaba su cierre de campaña, Castillo concluía su campaña en la Plaza Dos de Mayo, centro histórico de Lima. La plaza estuvo llena desde horas de la tarde, con música, integrantes de la organización de las rondas campesinas, banderas rojas y blancas y el símbolo de campaña: un lápiz, en referencia al trabajo de maestro del candidato.

«Voy a votar a Castillo por sus propuestas, yo también soy docente, la más importante es la nueva Constitución, a través de eso va a haber un cambio total, especialmente en el aspecto económico«, afirmó, por ejemplo, Leoncio Mendoza Alemán, docente. Virginia Cartagena Reina, otra simpatizante de Castillo, explicó que la razón de su apoyo es para poder lograr «un cambio real, para que nuestro pueblo sea libre e independiente como debe ser toda la vida, y ninguna corrupta tiene que entrar al poder».

El domingo de elecciones

«Hago un llamado al pueblo para hacer una auto-convocatoria para ser vigilantes de la democracia a nivel nacional», afirmó Castillo, quien agradeció a la Organización de Estados Americanos y a la Unión Europea, «que están comprometidos como veedores».

La elección del 6 de junio arrojará un resultado determinante para los próximos años del país. La posibilidad de una victoria de Keiko Fujimori significaría el regreso del fujimorismo al poder ejecutivo luego de veinte años, y luego de dos intentos sin éxito en el 2011 y 2016 por parte de la hija de Alberto Fujimori. Esa posibilidad ha dado lugar a la realización de multitudinarias movilizaciones anti-fujimoristas, tanto en Lima como en las principales ciudades del país.

Por otro lado, una hipotética victoria de Castillo significaría la apertura de una etapa que, según sus discursos, se presenta como profundamente transformadora, en particular por plantearse cambiar la Constitución de 1993, escrita bajo Fujimori, a través de un proceso constituyente participativo.

El apoyo recibido por parte de Castillo a lo largo de la campaña ha sido muy grande, tanto en la capital como en diferentes puntos del país, como, por ejemplo, en Juliaca. El candidato de Perú Libre, conocido antes de la primera vuelta por su lucha sindical, emergió como un nuevo liderazgo dentro del país, producto de una crisis política y de su discurso directo, sus propuestas, su semejanza con la mayoría de los peruanos, en particular de los barrios populares limeños y de las provincias.

El clima político en el país, a días de las elecciones, deja ver la importancia de la contienda, marcada por una fuerte campaña de miedo contra Castillo, debates en las calles, dudas en algunas personas aún acerca de a quién votar. Se trata de una elección que por un lado expresa el respaldo de diferentes sectores sociales a los candidatos, y, a su vez, el rechazo a esos candidatos, con el anti-fujimorismo, por un lado, y el anti-comunismo, por el otro.

El 6 de junio será entonces un punto bisagra de la historia política peruana, marcada por causas de corrupción sobre todos los mandatarios desde el año 2000, la condena a 25 años de prisión a Alberto Fujimori, las acusaciones de corrupción sobre Keiko Fujimori, las movilizaciones de noviembre del 2020 ante la destitución del presidente Martín Vizcarra y el nombramiento de Manuel Merino. El país atraviesa desde hace años una crisis política y una desigualdad creciente que, con la pandemia, creció aún más.