El reto de identificar a los votantes probables, clasificar a los indecisos y la prohibición demoscópica de dos semanas dificultan los pronósticos.

Chile enfrenta la fase final de la elección más polarizada desde el retorno de la democracia con un consenso en las encuestas que es más frágil de lo que parece.

Hasta el 4 de diciembre, todas las casas daban a Gabriel Boric, candidato de izquierda, como vencedor. Pero las dudas sobre las encuestas se mantienen. Más que sobre ellas o sus métodos, que probaron su eficacia acertando que los dos candidatos pasarían a segunda vuelta, sobre la posibilidad de captar los matices de un contexto tan incierto como el actual. Dicha incertidumbre se ve reflejada en la enorme variedad de márgenes que le dan los sondeos a Boric.

Mientras algunos esperan una victoria más que asegurada, otros ven la distancia dentro del margen de error, indicando que la elección está más abierta de lo que podría parecer de sólo tener en cuenta el titular de quién va primero.