Un suceso muy controvertido está sacudiendo el mundo de la ecología y el lujo en los últimos días: la start-up groenlandesa Artic Ice ha empezado a exportar hielo milenario a las coctelerías de Dubai.

Esta práctica plantea profundas cuestiones éticas y medioambientales, poniendo de relieve el marcado contraste entre el lujo extravagante y las urgentes preocupaciones ecológicas.

El viaje de este hielo milenario es una odisea en sí mismo. Partiendo de los gélidos fiordos de Groenlandia, recorre nada menos que 16000 kilómetros en menos de 3 semanas. El viaje atraviesa aguas emblemáticas, del Mediterráneo al Mar Rojo, pasando por el Canal de Suez, evocando las grandes exploraciones marítimas.

Una vez que llega a Dubai, este helado se convierte en un lujo poco común: un pedazo de la historia antigua de nuestro planeta servido en un vaso.

El hielo se extrae cuidadosamente en Nuup Kangerlua, un fiordo cercano a Nuuk. En este proceso se utiliza tecnología avanzada, con un barco especialmente equipado con una grúa.

Según Artic Ice, este hielo no procede de los icebergs normales, sino de las capas profundas del mar, comprimidas durante miles de años. Su pureza, lento derretimiento y ausencia de burbujas lo hacen ideal para una experiencia de degustación única.

La iniciativa de Artic Ice no ha pasado desapercibida y ha desatado una ola de indignación en las redes sociales. La empresa ha sido acusada de contribuir al calentamiento global y de carecer de sensibilidad ecológica. Los críticos incluso amenazaron al cofundador de la start-up, Malik V. Rasmussen, lo que refleja la creciente tensión entre desarrollo económico y protección del medio ambiente.