En la Basílica de Santa Sabina, el Papa Francisco celebró la santa misa del Miércoles de Ceniza, marcando el inicio de la Cuaresma. Durante su homilía, el Pontífice instó a los fieles a embarcarse en un viaje interior, a «entrar en lo secreto», despojándose de las máscaras que ocultan la verdadera esencia de cada persona.

Bajo la premisa de «volver al corazón», el Papa recordó la invitación de Jesús a sumergirse en lo más profundo de uno mismo, reconociendo la necesidad de un retorno al verdadero yo. Enfatizó la importancia de la Cuaresma como un tiempo de purificación y despojamiento, desafiando a los creyentes a quitarse el «maquillaje» social y exhibir su autenticidad ante Dios.

El gesto simbólico de recibir la ceniza sobre la cabeza se destacó como un recordatorio de la fugacidad de la vida humana, siendo polvo que, sin embargo, Dios no permite que se desvanezca. El Papa exhortó a mirar hacia el interior, donde se encuentra el secreto de la vida, y a descubrir la presencia eterna de un Dios amoroso, informó Vatican News.

El llamado a la limosna, la oración y el ayuno se presentó como una oportunidad para reconectar con lo esencial de la vida cristiana, superando las prácticas exteriores y permitiendo que el amor de Dios transforme el corazón. Francisco alentó a cada creyente a esforzarse por amar a los demás, practicar la compasión y la misericordia, compartiendo lo que tienen con aquellos que lo necesitan.

Concluyendo su homilía, el Papa recordó la importancia de la adoración silenciosa y llamó a recuperar el sentido de la adoración, instando a los fieles a escuchar la voz de Dios en lo más profundo de sus corazones. En este tiempo de Cuaresma, invitó a todos a no tener miedo de quitarse los revestimientos mundanos y volver al corazón, reconociéndose como polvo amado por Dios y renaciendo a la vida nueva en Jesucristo y el Espíritu Santo.