En la noche del domingo 5 de mayo, el Tribunal Electoral de Panamá decretó la victoria del candidato José Raúl Mulino como el nuevo presidente de la nación, quien llega con una premisa clara de imponer mano dura contra la migración ilegal.

Mulino, de 64 años, ha sido ministro de Gobierno y Justicia, Seguridad Pública y Relaciones Exteriores. Graduado como licenciado en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Santa María La Antigua (Usma) en 1982, llega su oportunidad tras obtener el 34 % de los votos en las urnas.

Durante su campaña presidencial, uno de sus puntos fuertes fue el tema migratorio, en donde prometió que clausuraría la selva del Darién, que divide a su país con Colombia, y que es la ruta ideal para cientos de miles de personas que buscan ir hasta Norteamérica.

Además, recordó su etapa al frente del ministerio de Seguridad Pública, y su trabajo combatiendo a las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (Farc) en la región de Darién, y aseguró que “podría lograr atajar a los migrantes porque conoce la zona”.

Los casi cinco mil kilómetros cuadrados de tupida selva tropical, con montañas, áreas pantanosas y ríos, han sido atravesados por 109.069 migrantes de forma ilegal durante el primer trimestre de 2024, según datos del ministerio de Seguridad Pública.

Naciones Unidas señala que más de 900 mil migrantes la cruzaron entre 2021 y 2023, y el tema se convirtió en eje central dentro de la opinión pública panameña.

Aunque el punto focal de la candidatura de Mulino era retomar los “buenos tiempos” de su mentor político, el expresidente Ricardo Martinelli (2009-2014), quien se asiló en febrero en la embajada de Nicaragua para eludir una condena de 10 años y ocho meses de cárcel por blanqueo de capitales.

Una vez electo, afirmó que mantendrá conversaciones con su homólogo colombiano, Gustavo Petro, ya que Colombia es “la puerta de salida de los migrantes, mientras que Panamá es la puerta de entrada” para la migración