Los jefes de Estado y de gobierno se reúnen entre martes y miércoles en Los Ángeles, California, en la IX Cumbre de las Américas. Aunque hay que decir que son algunos mandatarios los que asisten al encuentro, el segundo que organiza EEUU desde que Bill Clinton inauguró el formato en 1995 en Miami.

La ausencia más publicitada es la del mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien cumplió su amenaza de no asistir si sus colegas de Venezuela, Nicolás Maduro); Cuba, Miguel Díaz-Canel, y Nicaragua, Daniel Ortega, no eran invitados a la cita. Washington efectivamente no los convocó con el argumento de que se trata de una cumbre de democracias y esos tres países padecen regímenes autoritarios.

Algunos observadores afirman que López Obrador calculó quiénes seguirían su iniciativa de boicotear la reunión, pues solo dos otros jefes de Estado decidieron sumarse a la postura del mexicano: la recién elegida Xiomara Castro, de Honduras, y Luis Arce, de Bolivia.

No estará en Los Ángeles Alejandro Giammattei, presidente de Guatemala, quien no viajó en protesta por las recientes sanciones de EEUU contra su fiscal general, a quien Washington acusa de corrupción.

Tampoco irá el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien tiene también sus propias diferencias con la Casa Blanca por los abusos a los derechos humanos cometidos en la lucha del salvadoreño contras las maras y otros grupos criminales.

El ‘efecto AMLO en la Cumbre de las Américas

Es poco probable que la ausencia de AMLO haga descarrilar por sí sola la reunión periódica de jefes de Estado, pero podría marcar la cohesión de un nuevo bloque antidemocrático dentro de las Américas, advierten algunos observadores y analistas.

Para estos, la defensa de López Obrador de los tres países no invitados crea una peligrosa percepción de que los gobernantes autocráticos merecen ser reconocidos como jefes de Estado legítimos en el hemisferio, algo que va contra la doctrina establecida en la Carta Democrática Interamericana firmada en 2001.

Sin embargo, no se puede ignorar el daño que causó una cumbre cuya agenda oficial busca «Construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo» y podría debilitar un acuerdo conjunto en la cumbre.

Para Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas, un grupo empresarial hemisférico en Washington, el que AMLO no esté en las reuniones «no ayuda a la óptica, sobre todo porque se supone que esta es la cumbre de la migración».

Aunque no estará el presidente, México tiene representación: su ministro de Asuntos Exteriores, Marcelo Ebrard. Sin embargo, en el mundo de la diplomacia es importante que las conversaciones en cumbres de este tipo se produzcan entre «iguales», en este caso, presidentes que tienen mayor poder de negociación y decisión.