La celebrity Paris Hilton reveló en una nueva entrevista los horrores que padeció mientras asistió en 1998 a la escuela Provo Canyon en Utah.

La bisnieta del magnate hotelero, Conrad Hilton, explicó que la pesadilla comenzó en su época de secundaria, en Nueva York, donde se volvió “adicta a la vida nocturna. Me sentía como la reina de la noche. Ahí es donde realmente me convertí en Paris”, reseñó Infobae.Preocupados, sus padres primero la castigaron encerrándola en su habitación y quitándole el teléfono, pero cuando eso no funcionó la enviaron a “escuelas de crecimiento emocional”, como la Provo Canyon ubicada en Utah.

Allí el infierno fue mayor, “la peor de las peores”, en la cual solo estuvo 11 meses en 1998.

Según Paris, le quitaban sus pertenencias y cuando trató de escapar la golpearon brutalmente delante de otros chicos.

La millonaria, cree que el personal de esa escuela disfrutaba con “torturar a los niños y verlos desnudos”. Además en una reciente entrevista con el New York Times confesó que los miembros del personal le “realizaban exámenes cervicales” a la fuerza, a ella y a otras estudiantes.

Además, alegó que “ni siquiera fue con un médico”, sino que “fueron un par de miembros diferentes del personal que nos hicieron acostarnos sobre la mesa y pusieron sus dedos dentro de nosotros”.

“Pero está volviendo el tiempo atrás ahora, y pienso en ello. Y ahora, mirando hacia atrás como adulto, eso definitivamente fue abuso sexual”.

Según el medio Page Six, los representantes de Provo Canyon no respondieron de inmediato para hacer comentarios sobre las acusaciones.

Los maltratos a Paris en aquel lugar habrían incluido el recetarle pastillas, al igual que al resto de los alumnos, pero ella las escondía en una servilleta para no tomarlas.

Como si se tratara de una prisión, según Hilton, cuando descubrieron que no estaba tomando sus medicamentos la pusieron en aislamiento. “Hacían que la gente se quitara la ropa y entrara allí durante unas 20 horas. Me sentí como si me estuviera volviendo loca. Alguien estaba en la otra habitación, había como una camisa de fuerza. … Me estaba congelando, me estaba muriendo de hambre, estaba sola. Tenía miedo”.

Una vez que alcanzó la mayoría de edad, Paris pudo librarse de ese martirio y volvió a casa sin decir una palabra a su familia de lo que vivió ahí.